lunes, 4 de octubre de 2010

Opinión: ¿Mejor Ciudad, Mejor Vida?

Por David Ernesto González Ruiz*

“Con la mitad de la humanidad ahora viviendo en ambientes urbanos, el mundo esta ante el amanecer de una nueva era. Si nuestras ciudades han de ser verdaderamente sostenibles y armónicas, debemos mejorar la vida y el bienestar de todos, especialmente los más pobres. No debemos seguir consumiendo los recursos naturales a un ritmo que nieguen la oportunidad a nuestros hijos y nietos” Anna Tibaijuka.

Este lunes 04 de Octubre se celebra por parte de la Oficina para Asentamientos Humanos de las Naciones Unidas ONU-HÁBITAT el día mundial del hábitat, bajo el lema “mejor ciudad, mejor vida”. Esta celebración debe ser un espacio para que todos los habitantes de ciudades (o mejor, homo urbanos) nos preguntemos por el futuro del ambiente urbano. La tendencia demográfica global es a la urbanización, el paso del hombre del campo a la ciudad ha sido un fenómeno no estudiado, planeado, ni controlado por los gobiernos municipales de nuestro país. Sumado a esto, el conflicto interno genera que el 7,3% de la población colombiana, es decir, más de tres millones de personas sean desplazadas . Este círculo vicioso es una fuente creadora del caos en que actualmente viven las ciudades colombianas. Bajo esta lógica, la tasa natural de migración campo-ciudad aumenta en medio de la mirada condescendiente de la sociedad civil. Porque sí, el crecimiento no planeado y caótico de nuestras ciudades es un problema que concierne a todos, los gobernantes (stakeholders) por no tener una visión a largo plazo y los ciudadanos por no exigir un mejor vivir – porque, CIUDAD = SOCIEDAD = TODOS –.

Para implementar mejores prácticas la ONU-HÁBITAT ha enfocado sus esfuerzos en cinco objetivos que pueden ser la base de muchas políticas públicas . La primera es mejorar la calida de vida mediante el acceso a la seguridad y asistencia en salud de la población más vulnerada que habitan en barrios deprimidos. Segundo, inversión en capital humano; la educación es la fuente principal del desarrollo social y económico de una sociedad y una manera equitativa de distribución de la riqueza. Tercero, el cuidado de oportunidades económicas sostenibles; la descentralización en que se ha sumergido el país ha disminuido el aparato burocrático y en gran parte aumentado el desprestigio del concepto de lo público. Es necesario que la población en condiciones de vulnerabilidad sea tenida en cuenta y que la solución a los problemas sea endógena, es decir, concertada por los habitantes y los organismos gubernamentales. Cuarto, promover la inclusión política; solo la organización civil es la alternativa para el cambio político y la inclusión social, del grado de organización depende la visibilidad de los pobres. Y por último, promover la inclusión social; en mundo globalizado como el actual, lo particular se hace global y lo global particular. Por eso, es necesario que en la agenda de desarrollo se incluya la cultura local. El capital social tiene muchas formas de generarse y la tradición muchas veces traza ese camino.

El ejercicio de imaginar la ciudad a futuro como el emprendido en “Bogotá 2038” es una muestra de inclusión y compromiso gubernamental. Mientras más se difundan estas experiencias a si como el programa “Cómo Vamos” en las ciudades del país mayor será el desarrollo económico sostenible alcanzado.

*Economista. degonzalezru@unal.edu.co

jueves, 15 de julio de 2010

Opinión: Proyecto Minero “La Colosa”… ¿Modelo de desarrollo del país?

Por David Ernesto González Ruiz*

Bajo el nuevo gobierno la promesa de continuidad en políticas y proyectos de inversión extranjera es muy prometedora. En entrevista con el Financial Times (http://www.ft.com/cms/s/0/40912456-89c6-11df-9ea6-00144feab49a.html) el presidente electo Juan Manuel Santos asegura que “[…] there’ll be continuity in the basic policies that Mr Uribe put in place that he mentioned many times: democratic security, investors’ confidence, what he called social cohesion. That for me is democratic prosperity […] the fourth one is a locomotive that is already going at a high speed, which is the minerals and petrol and oil, the energy sector”. Bajo esta perspectiva, la inversión extranjera seguirá siendo una de las principales fuentes de crecimiento económico del país.

Pero, “la cuarta locomotora” que menciona Santos, la minería, ¿se le ha dado la importancia económica, social y política que realmente necesita? El actual gobierno le quería dar otro golpe a la sociedad introduciendo aquellos “articulitos” que tanto gustan a Uribe. Se trata del artículo 79 del Plan de Desarrollo 2006-2010, que afortunadamente la Corte Constitucional declaró inconstitucional. En aquel párrafo, se concedía el poder a las instituciones nacionales para modificar bajo la figura de “Macroproyectos de interés social nacional” el plan trazado por los gobiernos municipales en los planes de ordenamiento territorial (POT). Es decir, si el gobierno nacional considera un proyecto minero, una represa o la construcción de ciudadelas como de interés social nacional puede disponer del uso del suelo como se le antoje sin consultar a la comunidad, el gobierno local o los estudios realizados en el POT. Es comprensible que se priorice la inversión extranjera en un país con bastantes recursos naturales como el nuestro, pero, el sector de la minería es compuesto mayoritariamente por multinacionales y ante la entrada de multinacionales como la Anglo Gold Ashanti, la Greystar Resources o la Drummond se evidencia la relación asimétrica con la sociedad, es una pelea de intereses entre David y Goliat.

Hago referencia a esto porque en el municipio de Cajamarca en el departamento del Tolima desde el 2003 la multinacional sudafricana Anglo Gold Ashanti, la tercera productora mundial de oro, tiene intereses en explotar La Colosa. Mina en la cual se han hallado grandes reservas de oro. La gran diferencia radica en que esta empresa trae al país una técnica de extracción del mineral conocida como minería a cielo abierto (MCA), similar a la que es utilizada en la mina el Cerrejón en la Guajira para extraer carbón. La Megamineria o MCA es altamente nociva, destruye el paisaje, el medio ambiente y pone en riesgo la vida humana. ¿Por qué? En términos sencillos el oro se encuentra diseminado por todas las montañas en partículas muy pequeñas, casi microscópicas - a diferencia de la minería de Filón, donde es posible extraer el mineral de las betas en grandes cantidades -, por la tanto, es necesario dinamitar la montaña, pulverizar las rocas para luego llevar esta “harina de roca” a piscinas con lixiviación de Cianuro y otros químicos empleando grandes cantidades de agua en el proceso. Todos los desechos, es decir, la roca sin partículas de oro se llevan a Diques de Colas donde se enjuagan con agua fresca para disminuir la concentración de Cianuro permitida por la EPA (Enviromental Protection Agency).

La MCA es un proceso donde la comunidad debe estar permanentemente informada, ya que en el proceso se manejan químicos tan nocivos como el Cianuro y la mala utilización de ellos o un simple derrame como ocurrió el 2 de Junio del 2000 en Choropampa, Perú, de 151 kilos de mercurio generó grandes problemas en la comunidad. Los colombianos, en especial tolimenses y cajamarcunos tenemos la responsabilidad medioambiental de movilizarnos en contra de la MCA, no queremos un Yanacocha, en las montañas del Tolima. En especial, porque estas tierras están protegidas por la Ley 99 de 1993, son una fábrica de agua y se deben proteger, cuidar y explotar sosteniblemente. El principio 10 de la Declaración de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992 declara:

“El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes”.

La participación de la comunidad en estos megaproyectos debe ser tenida en cuenta. Es mejor apostar en zonas de gran valor natural y reserva hídrica como Cajamarca por proyectos agrícolas o de ecoturismo. Es importante conservar el titulo de “la despensa agrícola de Colombia” e impedir que la historia y valor cultural de esta parte del Tolima sean vendidos a multinacionales que solamente desangran el país y generan en su camino una estela de destrucción natural. Es cierto que Colombia afrontará en los próximos años una bonanza minera, pero tan bien es cierto, que el agua es necesaria para la vida y contaminar nuestras montañas no es una opción sostenible.

*Economista UNAL. Correo: degonzalezru@unal.edu.co

lunes, 21 de junio de 2010

Algunas notas sobre la columna anterior

Por Camilo Guevara


Agradezco a Sergio y a Carlos por su invitación a escribir en el blog del CEID, además por su atenta lectura de la columna y por sus pertinentes comentarios. Por supuesto, muy interesantes para enriquecer el debate de un tema que es imposible aprehender en su totalidad. Como solía decir el gran filosofo Theodor Adorno, “la totalidad es la no verdad”. Así pues, me gustaría hacer algunas precisiones y comentar algunas afirmaciones de mi amigo Sergio, sin la pretensión de realizar un exhaustivo análisis del tema que por lo demás es inagotable y que escapa a los propósitos de una columna.

Antes de comenzar, debo reconocer que también siento bastante simpatía por las propuestas de la economía de la demanda. Según este enfoque, el desempleo se debe a la falta de demanda efectiva y no al desajuste entre lo que ofrecen los empleos y las habilidades de los desempleados (desempleo que el gran economista William Vickrey llama estructural), ni tampoco a las supuestas rígidas leyes sobre el salario mínimo.
Sin embargo, creo que estamos en diferentes planos, que por supuesto se pueden superponer. Sin duda, en la columna se yuxtaponen la sociedad imaginada (la que nos gustaría que fuera) y la que actualmente tratamos de hacer inteligible. Más aún, es posible que, al igual que los autores que sigo en esta argumentación, analicemos la sociedad que tratamos de hacer inteligible con los lentes de la sociedad que imaginamos. Sin embargo, en esta discusión, esto no me preocupa tanto. Me parece que el tema central, como bien lo ha dicho Sergio, es la efectividad de determinada sociedad.
No obstante, para un pragmatismo más coherente, esto implicaría reconocer que las sociedades son autónomas, es decir, que reconocen el origen humano de su organización, de sus instituciones y de sus leyes. Y aquí, en este punto, es de vital importancia la estructura que media entre acto y objeto (Intencionalidad), que permite direccionar e intencionar (en el uso habitual de la palabra) los objetos. No es de extrañar que posteriormente los filósofos pos-Husserlianos expresaran que “sin intencionalidad no hay significado ni sentido en las cosas”. Así pues, la sociedad que imaginamos pasa a tener más valor de lo que tenía antes. Como se ve, ya no se trata solo de un cambio que este en la corriente de la historia, o de la siguiente fase programada de la historia, sino de aprender a discernir las oportunidades soñadas que duermen en el presente. “Apoderarse de las oportunidades, apoderarse de lo que cambia”. Y que demostrarían su validez en la práctica y no antes.

En la columna, más que darle mayor peso a algunas de las “causas” de la crisis de la sociedad de trabajadores, me proponía intentar darle mayor visibilidad al Ingreso Básico Universal (IBU), precisamente como instrumento, que en una situación en la que es complejo afrontar todos los problemas por los que atraviesa el trabajo y que por consiguiente afecta el bienestar de la gente, puede ser una medida eficaz contra la pobreza y el desempleo, aunque aclare que sería mejor presentarlo como una conquista política. Además, el IBU sería un excelente instrumento que dinamizaría la demanda efectiva, al aumentar la capacidad de compra de las personas.
Hasta aquí, la intención de la columna. Ahora me gustaría comentar algunas afirmaciones.

Dice mi amigo Sergio, que “los pensadores latinoamericanos tienden a responder, en ocasiones de manera errónea, a los problemas de la región con base en los diagnósticos que hacen los pensadores del primer mundo de sus propios problemas”.

Me parece que cada vez mas son varios los problemas engendrados globalmente, y por lo tanto, sus soluciones deberían ser globales. Si no, entraríamos en lo que Ulrich Beck ha llamado el modelo Biográfico. “A contradicciones sistémicas, encontrar soluciones locales o biográficas”, lo que no sería sino otro rasgo característico de la sociedad individualizada; una individualización a la solución de los problemas.
Me gusta el principio budista que dice que los problemas no se resuelven cuando uno los quiere resolver sino cuando uno los entiende en su última raíz. 
Por otra parte, el ex ministro francés Jaques Attali, ha señalado que en el 2050 tendríamos presidente mundial, y no parece nada descabellado cuando sabemos que el rasgo principal de la globalización de hoy, es la separación entre un poder que se torna más global y una política que se torna más local. Sin duda, la sociedad 20:80, en la cual el 20% de la fuerza de trabajo bastara para hacer marchar la economía mundial en el próximo siglo no es una ficción de muchos pensadores europeos. Así las cosas, estamos corriendo el riesgo de que a nivel mundial solo haya 3 clases. Los super ricos, los intelectuales y los nuevos pobres.
Sería bueno ir dejando tanto parroquialismo, y buscar una convergencia de las diversidades. Intencionar el pensamiento hacia una globalización imaginada, hacia una nación humana universal y no hacía una fragmentación entre lo latinoamericano y lo europeo. Deberíamos seguir a Marx, quien lucidamente se adelanto a su tiempo al considerar que el capitalismo se iba a desarrollar en tal grado que no habría espacio en el planeta en el que no estuvieran sus fuerzas. Así, no acepto la invitación de Bismarck para la constitución del Estado Alemán, sino que ya estaba pensando en una lucha internacional.

Por otra parte Sergio nos dice, "si las necesidades básicas de la humanidad pueden solventarse con una jornada laboral reducida, ¿por qué no liberar progresivamente a los seres humanos de las horas que deben dedicar a trabajar para que puedan dedicarse a la actividad libre (aquella que se realiza sin la retribución de un salario)? No obstante esto se enfrenta a una serie de dificultades, pues, en un mundo globalizado indudablemente que una reducción de la jornada laboral manteniendo el salario constante significaría, para los empresarios de un país, una dificultad para competir con las empresas de otros países donde la jornada laboral no se haya reducido (pensemos en lo difícil que resulta para los empresarios europeos enfrentar la competencia de los chinos).

Sin duda, como algunos otros, aspiro a una sociedad en la que el tiempo de trabajo no sea el tiempo social dominante. En la que el trabajo, sea una actividad más. Aquí comparto la premisa (pregunta) del argumento de que cada vez es más necesario reducir la jornada laboral, a lo que le añadiría que también sería deseable. Pero no comparto su conclusión sobre el imperativo de competitividad. 

“En que explica la competencia internacional que los editores franceses hagan componer sus obras en Madagascar, en Túnez para ganar lagunas decenas de céntimos sobre el precio del costo de un libro? ¿Es para sostener la competencia que los fabricantes de camisas de lujo hacen coser en China artículos que venden cincuenta o cien veces más caros que su precio de costo? ¿0 que Nike, Reebok y Puma hagan fabricar sus zapatillas en las filipinas, luego en indonesia, luego en china y en Vietnam, donde el costo salarial de un par de zapatos, que se venden a 70 dólares, es de 1,66 y que los catorce gerentes norteamericanos de la firma podido embolsarse un ingreso anual igual a los salarios de 18.000 obreros filipinos?
¿Por qué la competitividad exige los costos salariales más bajos, pero acepta los costos patronales más altos?
¿Qué hicieron las firmas transnacionales con sus beneficios? Sus tasas de inversión en realidad han bajado en relación con su nivel de los años setenta y sesenta.” se pregunta Alain Lipietz

Podría argumentarse que esto solo ocurre con las transnacionales y no con las pequeñas empresas y medianas empresas. Pero aunque fuera cierto, es claro que para los actores principales de esta globalización no son restricciones para poder competir, “es un conjunto de restricciones que imponen con el fin de imponer al mundo su poder”.

Por último, creo que no es una mala interpretación la del ser como ser de trabajo en Marx. En su concepción epistemológica, esbozada en las Tesis de Feuerbach, Marx rescata la actividad sensorial humana que toma del idealismo y que es aquella que permite la formulación de conceptos y teorías. Un lado activo del conocimiento a diferencia del materialismo de Feuerbach. Sin embargo, para él es necesario contrastar esos conceptos con la realidad. Es la realidad la que valida si algo es verdadero o falso, pero no en un sentido pragmatista. Es precisamente porque “el mundo tiene una manera de ser” que puede validar algo. No creo entonces, que pueda hablarse de un aparente o falso esencialismo en Marx. Sin duda, la explicación dada en la ideología alemana es más completa y está enmarcada en una concepción dialéctica como bien se  ha dicho. No obstante, ahí radica la miseria del historicismo. En que solo sean cambios validos los cambios que estén en la corriente de la historia, o de la siguiente fase programada. Y no de aprender a discernir las oportunidades soñadas que duermen en el presente. En “Apoderarse de las oportunidades, apoderarse de lo que cambia”.

miércoles, 2 de junio de 2010

Menos trabajo, peor pagado


Por Camilo Guevara.

Por estos días todos hemos oído la fastidiosa propaganda de “más trabajo, mejor pagado”. Como no reconocer la turbulenta voz cuyo eco queda repitiendose en nosotros. No obstante, el diagnostico es claro y cala en la población. Solo falta invertir la frase para encontrar su sentido. El trabajo “industrial” cada día disminuye y así las posibilidades de una vida digna.

El desempleo en Colombia es hoy es uno de los más altos de latinoamérica. Según el DANE[1] alrededor del 12,2%, unos dos millones setecientos mil colombianos, se encuentran buscando trabajo, y alrededor de siete millones se encuentran en el rebusque.

Para los dos candidatos (o el equipo de tecnócratas que tienen como asesores económicos) que disputaran la segunda vuelta, el tema se reduce al problema de los incentivos a la hora de contratar. Según dicen, los altos costos laborales no salariales (Parafiscales, salud y pensiones) no permiten la contratación directa. Es posible que la reducción de dichos costos cree algunos empleos, sin embargo, no sería una reforma de alto impacto en la creación de un trabajo digno[2].

El tema del “trabajo industrial” y de mejorar las condiciones del mismo, no es hoy un problema macroeconómico sino estructural. Por algo la propaganda ha sido utilizada tanto en Honduras como en México y la promesa de creación de más empleos siempre es tema de debate electoral. Aquí y en Cafarnaúm.
Los diagnósticos abundan y se generaliza con el titulo de la crisis de la sociedad salarial. Mencionaremos algunos de estos.

Para Jean Paul Fitoussi, la cuestion reside en que el mercado de trabajo ha pasado de ser regulado por las instituciones políticas representativas del gobierno y el Estado a “auto-regularse”. En este sentido es poco lo que los ministros de economía pueden hacer al enfrentarse a las fuerzas del mercado, en un contexto donde el poder es cada vez más global mientras que la política es más local, sin duda uno de los rasgos que ha caracterizado esta globalización.

Para otros, el auge de las nuevas tecnologías de la información ha puesto en jaque el “trabajo industrial”. Jeremy Rifkin señala en el Fin del trabajo que las maquinas han destruido gran parte (1/3) del trabajo estadounidense y de continuar el crecimiento acelerado, la sociedad tendría que buscar nuevas formas de organizacion. Nos dice que las tecnologías pueden crear trabajo, pero muchísimo menos del que destruyen.
Así pues, la centralidad del trabajo perdería sentido en economías posindustriales e informacionales donde el eje central no sería el trabajo material.

Por otra parte, el trabajo cada vez deja de ser productor de identidad y de sujetos sociales. Hoy por el contrario abundan los movimientos sociales que no están involucrados al trabajo ni a la lucha de clases. Los movimientos estudiantiles o los movimientos contra el calentamiento global serian un ejemplo. Además, la individualización de los salarios, ha debilitado el movimiento sindical. En ese sentido el trabajo deja de ser el articulador de las relaciones sociales.

Para otros, la dinámica de financiarizacion hace que las empresas reinviertan cada vez menos las ganancias en el sector productivo y más en el sector financiero en el que obtienen rendimientos a corto plazo, por la lógica de los capitales impacientes. Al debilitar el sector productivo, se debilita el empleo.

Podríamos seguir enumerando, pero no tiene caso. Lo cierto es que hoy el trabajo industrial ha resultado bastante golpeado y esto se traduce en seres humanos que no pueden comer, ir al médico o adquirir bienes y esto es peor cuando hoy en el imaginario, los pobres ya no son los desempleados sino los que no pueden consumir. Trabajar en alguna medida era un acto colectivo, consumir no lo es.

No obstante, no se trata de una perspectiva de un antes mejor y un ahora peor. Los candidatos, dada la complejidad de la crisis, podrían pensar en establecer un ingreso básico universal, por ahora, como una medida eficaz contra la pobreza y la falta de empleo, aunque sin duda la idea sería presentarlo como una conquista politica, ligado a la condicion de ciudadano. Podríamos comenzar por universalizar familias en acción que ha terminado siendo una verdadera maquinaria política por su carácter condicionado. Eso sí, tendríamos que cuestionar profundamente nuestras creencias. Desde la ética del trabajo, según la cual, para recibir dinero hay que hacer algo que los demás consideren digno y valioso y aquello que dice que trabajar es un valor en sí mismo, noble, bueno y jerarquizador.

Sin duda, esto implica también abandonar esa vieja creencia marxiana, de que la esencia del hombre es el trabajo, y de que lo humano del hombre se constituye en el acto de conseguir los medios para sobrevivir. Más bien, podríamos seguir a Heidegger en su antiesencialismo. Ante todo somos “un proyecto y un poder ser”.Seria mejor pensar el trabajo como aquello que hacemos y no como aquello que tenemos o no. De ahí que Andre Gorz prefiera llamarlo actividad, separando el derecho a recibir un ingreso y su capacidad real de producirlo. 

Quizá solo cuando comprendamos que las sociedades son autónomas, y que crean los significados e instituciones con los cuales se pueden organizar, podamos salir no solo de esta crisis sino de cualquier crisis en general. La peor crisis como ha señalado Castoriadis, es habernos dejado de cuestionar a nosotros mismos.

PD. Para los que argumentan que hay una desvalorización del pasado y la historia en estos planteamientos, recomiendo el libro. La miseria del historicismo de Karl Popper de Alianza editorial. Provocador y creativo.



Estudiante de la maestría en Sociología Unal.

Los puntos de vista expresados son responsabilidad del autor y no del CEID



[1] http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=1305998

[2] Ver Bien-estar y macroeconomía 2002-2006: el crecimiento inequitativo no es sostenible. CID. UNAL


martes, 1 de junio de 2010

Opinión: Resultados Electorales...

Por David Ernesto González Ruiz

“Porque el país que siga buscando un salvador no merece salvarse: sólo lo lograra el que se comprometa con el ejercicio lúcido de crear, de actuar y de cambiar las cosas día por día, arriesgando, discutiendo, pensando” William Ospina.


Domingo de fiesta, se celebran las elecciones presidenciales. Me dispongo a votar y en la ciudad es evidente la línea imaginaria que divide los votantes. ¡Fiesta verde en el norte, y naranja en el sur! En mi puesto de votación observo atento el trabajo de los “testigos electorales” utilizados por la campaña de Mockus como veedores de transparencia en la disputa por la Casa de Nariño. Nace mi pregunta, ¿será que en los municipios más apartados como Chicoral o Titiribí existen voluntarios en este oficio?...

Tal vez, la respuesta más sensata sea NO. Tal vez, la maquinaria electoral, los cacicazgos de políticos gamonales sigue prevaleciendo en ésta Colombia desangrada. Tal vez, existan personas como veedores electorales pero no ejerciendo ésta actividad como voluntarios sino aceitados con dineros de partidos acaudalados. Las pasadas elecciones al Congreso tuve la oportunidad de estar en un municipio pequeño y allí era evidente la euforia colectiva. Carros con símbolos tribales y colores alusivos a sus partidos transportaban gentes desde sus casas hasta el sitio de votación. Leo en lasillavacia.com (Artículo: “¿Qué pasó con la ola verde?”) que una de las desventajas –o ¿ventajas?– de la campaña Verde es su responsabilidad política y ética. Leo que hasta la decisión de transportar votantes a las urnas para Mockus “restringía de alguna forma su libertad de elegir”. Y mientras esperaba el juicio a este problema ético, el monopolio del transporte ya se había copado.

Me pregunto si es preciso en una campaña política adoptar diferentes posturas dependiendo el momento en la trayectoria electoral, como aquel candidato que decía: “que solo los imbéciles no cambian de posición”. O es mejor ser consecuente con las convicciones y actuar siempre bajo la coherencia de los pensamientos… Es lunes, en Colombia habrá segunda vuelta, y no se necesitan más explicaciones para afirmar que la mejor posición de un político en nuestra sociedad es la primera. Como en una fiesta… quien se quiera divertir debe bailar al son que le pongan.

Adenda. Como decía Daniel Pacheco: “ya que se va Uribe, dejemos que el anti furibismo se valla con el”. Y a esto le agregaría, ya que se va Uribe, dejemos que sus asesores se vallan con el. Y como lo promete Juan Manuel Santos, que su gobierna sea uno de Unidad Nacional, donde los bueno programas y propuestas que vimos en la contienda electoral tengan cabida.

degonzalezru@unal.edu.co

domingo, 30 de mayo de 2010

"Una Cita con la Democracia": Una decisión medida por el Balance Histórico

Por: Carlos Alberto Suescún Barón*

Es común entre familia, amigos o con cualquier persona en el bus o en un café, escucharles decir en repetidas ocasiones sobre las desilusiones con las políticas llevadas a cabo por los gobernantes. Las frases se resumen en: "no debí haber votado por él (ella)", "al principio todo fue bueno, pero después...", "en la próxima oportunidad no pierdo mi tiempo...", "Todos ofrecen un monton de mentiras, nunca cumplen", etc. La democracia para los filósofos de la antiguedad, contrario a lo que muchos pensarían, no era del todo considerada como la mejor forma de organización de la sociedad. Platon por ejemplo (en su obra La República), consideraba que la democrácia, aún siendo "la más bella" de las cuatro formas políticas que define de sus experiencias (Oligarquía, Timocracia, Democracia y Tiranía), no resulta ser en la práctica la más eficiente por las múltiples contradicciones que se entremezclan entre libertades individuales y obediencia. Luego de la Revolución Francesa, éste concepto parece no ser objeto de crítica fundamental, parece haberse materializado en un hito "moderno" de la reivindicación de las masas en pro de un concepto que en términos Kantianos puede ser concebido como un Imperativo Categórico: Los Derechos del Ciudadano.

A partir de esta revolución, las sociedades bajo los principios del liberalismo (Económico y Político) parece haber adherido a tal concepción moral de la Democracia, como la norma, que por autonomasia debería estructurar todo lo relacionado con el individuo y la sociedad que lo define. Así, evaluar las bondades de la democracia a la luz del liberalismo del siglo XVIII, a diferencia de los filósofos antiguos (Platón y Aristóteles) quienes lo harían sobre cuestiones prácticas como la suficiencia económica, la defensa militar y el disfrute de la sociedad, implica discutir sobre el cumplimiento real y potencial de los derechos (una figura ambivalente para discutir de las mismas angustias de los antiguos).

Después de ocho años consecutivos de un gobierno, el pueblo, la masa de personas que constituyen la sociedad colombiana entre tantas frases de desilución, y también de tranquilidad, hoy día de elecciones, de compromiso democrático; debería antes de marcar la "x", cuestionarse sobre lo liberal (moderna) de nuestra sociedad, sobre las bondades (legitimidad y "calidad") de nuestras instituciones democráticas, sobre las conquistas de nuestra nación a casi doscientos años de independencia. Por supuesto, no todo es desilusión, pues también hay frases de tranquilidad en las decisiones, ya que en el "juego de la democracia", como en cualquier juego, hay ganadores y perdedores. Ahora bien, con detalles como los siguientes ¿puede haber ganado la sociedad colombiana?:

Que es Colombia hoy comparado con diez años  (no de ocho años, para que no recaiga en un gobierno o en una persona el ejercicio de análisis) atrás:

1. Hoy 45,5% de la población total vive por debajo de la línea de pobreza, mientras que 16,4 de la población vive en la miseria; diez años atrás la cifra no era menos preocupante, ya que cerca del 60% de la población era considerada pobre bajo éste mismo indicador (línea de pobreza), en gran medida como secuela de la profunda crisis de 1999 (DNP, DANE).

2. Hoy la tasa de desempleo, según mediciones del DANE a marzo de 2010, llega al 13%; para el año 2000 el porcentaje de la Población Económicamente Activa que no conseguía trabajo se estimaba en cerca de 22%.

3. Hoy el coeficiente de Ginni, índice que mide la concentración de la riqueza es cerca del 0,59, llevándose Colombia el primer lugar (aunque en el podio ha estado desde tiempo trás) como el país con mayores niveles de desigualdad de Latinoamérica; diez años atrás llegaba a 0,566.

4. Hoy, al igual qeu diez años atrás, la mayoría de la población sigue igual de vulnerable en sus derechos a la salud, a una pensión mínima, a la educación, etc. Situación que reproduce de manera viciosa 1., 2., 3., y cuantas más problemáticas que nos aquejan.

Y peor aún, hoy después de doscientos años (con excepción de períodos muy cortos) de independencia y 500 años de descubrimiento, la sangre de los habitantes de éste territorio, de éste espacio del planeta, se sigue regando como los hacen las promesas en los medios y en la calle; aquí pareciera que aún no llega ni la modernidad, ni el liberalismo, y a veces pareciera que ni la civilidad manifiesta su asomo. A pesar de esto, hoy madrugué, me desplace al lugar asignado para ejercer "mi compromiso con la democracia" (que en gran medida no me garantiza un compromiso con la sociedad con la que me identifico y a la que pertenezco) y voté. Todo porque aún creo que las esperanzas no deben morir, la preocupación, esa angustia por mejorar, por atisbar cambios en pro de ese ejercicio de la libertad individual con autonomía, y de la distensión social, no debe desaparecer en el sentimiento (ni en la racionalidad) de la población colombiana, pero para ello la historia, y  la evaluación del cumplimiento de las premisas de carácter práctico de la democracia (nuestros derechos), deben ser nuestro referente.


*Economista e Invetigador asociado al Colectivo de Estudios Interdisciplinarios sobre Desarrollo (CEID) de la Universidad Nacional de Colombia

Elecciones presidenciales II. Y mi voto es por...

Por Sergio Chaparro Hernández*

Los seres humanos tenemos la tendencia a ver nuestro corto período de vida como el más importante de todos los tiempos, a juzgar la época que nos tocó vivir como la que determinará un viraje sin antecedentes en la historia de la humanidad. En los momentos en que la sociedad toca fondo estos sentimientos se agudizan y cualquier luz al final del túnel tiende a percibirse como la vía segura al paraíso que siempre hemos anhelado. Las elecciones que se avecinan son una muestra de nuestros recurrentes vaivenes sentimentales y de cómo una visión realista de las cosas puede ser distorsionada por el elemento novedoso de la campaña electoral del momento.

Las transformaciones sociales son de largo aliento. Los problemas de nuestro país son tan complejos como para pensar que su solución depende de que uno u otro bando estén en el poder. El Estado, si bien es un actor importante en la definición del rumbo que tome una sociedad, se ve seriamente limitado por los condicionamientos del contexto internacional, o por elementos profundos de esta dolorosa realidad que imponen una resistencia muy fuerte a quienes llegan al poder con la intención de convertirse en nuestros salvadores. Por lo tanto no creo en la importancia del voto como aquello que nos va a sacar definitivamente del atolladero en el que estamos, ni que en el depositar este papelito en las urnas esté en juego todo nuestro futuro. En realidad el voto es un mecanismo muy limitado de participación ciudadana, es apenas una pequeña manifestación de todo lo que podría ser la acción política de ciudadanos verdaderamente comprometidos con la transformación de la sociedad.

Sin embargo tampoco soy un escéptico frente al papel de las elecciones. No creo que la política, entendida bajo el significado estrecho de lucha partidista, sea tan impotente como para pensar que nada está en juego en estas elecciones, ni tampoco en que el abanico de candidatos sea tan homogéneo como para decir que todos son lo mismo con diferentes ropajes. Creo que hay diferencias lo suficientemente importantes como para que la elección de uno u otro implique una decisión sobre si nos situamos en la vía para resolver algunos de nuestros problemas más graves o si terminamos empeorándolos.

La continuidad no es conveniente porque significaría profundizar grandes contrarreformas que ha impulsado este largo gobierno. La contrarreforma en la construcción del Estado que ha facilitado la cooptación de las instituciones por parte de facciones del crimen, la posibilidad de poner al servicio de la mafia y de intereses ajenos a los nacionales los más altos niveles de la jerarquía estatal, la desconfianza por la enorme corrupción, la pérdida de independencia de los poderes locales, de la burocracia y de la autonomía de las ramas del poder público, la entrega de soberanía que hará cada vez más difícil que desde lo político se puedan impulsar los cambios requeridos. La contrarreforma en la distribución de los recursos, particularmente de la tierra: lo que se ha intentado validar en este gobierno es el despojo a sangre y fuego de territorios estratégicos, mostrando que el Estado no está interesado en ponerle límites a las vías con las que los actores sociales pretenden lograr sus objetivos. La seguridad democrática, al fin y al cabo, no ha resultado ser tan democrática: para el inversionista sí, para el campesino que ha sido desplazado lo que hay es una complicidad desde el Estado para violentarlo. La contrarreforma en el desarrollo, pues a pesar de las altas tasas de crecimiento que se presentaron, el tema es cómo queda Colombia para lograr hacer compatible la realización humana de sus ciudadanos con la prosperidad económica con un modelo de desarrollo donde el éxito depende de que el inversionista encuentre facilidades para contratar a bajo precio, a mano de obra poco calificada, sin aportar con impuestos a las necesidades del país y donde los sectores que tienen perspectivas son todos aquellos donde el ser humano no puede realizarse a través del trabajo (por ejemplo los que requieren gente que ejecute procesos repetitivos y no utilicen el conocimiento como un insumo importante). Finalmente la contrarreforma en la reconciliación, pues los odios y la polarización se han radicalizado, las deudas históricas con las poblaciones vulnerables no se han saldado y en cambio la percepción de injusticia y la idea de que la ilegalidad es un camino exitoso sí se han reforzado. Un cambio de agenda por lo tanto es necesario; es la posibilidad de modificar una manera inmoral de hacer política, unas ideas desgastadas e ineficaces y unos funcionarios enmohecidos, descompuestos.

La opción verde que es la que genera grandes esperanzas tampoco parece ser muy convincente. Hacer el diagnóstico de que el problema es cultural no asegura que vaya a resolverse, la cultura depende de estructuras sociales y económicas que la condicionan, un Estado tiene límites para modificar la cultura por cuanto su acción sobre el comportamiento y las maneras de pensar de los ciudadanos sólo puede ser indirecta. Que la virtud sea la regla y el vicio lo menos probable depende de las características del ambiente en el que surgen; atacar el síntoma sin ir a la causa es lo propio tanto de un mal médico como de un mal político. La defensa de la ética desde el Estado es una condición importante pero no es suficiente para combatir los grandes problemas. La ilegalidad no explica la pobreza, antes bien, la pobreza parece ser la que alimenta la ilegalidad. Si el interés público no se interpreta en clave de equidad entonces la violencia y la pobreza no podrán extinguirse. Hacerles caso a los técnicos cuando los técnicos a los que siempre se les ha hecho caso tienen una clara orientación política, no es garantía de nada. Si lo que está mal no es el técnico sino la técnica misma entonces un político demasiado obediente puede arrastrarnos al abismo a pesar de que lo haga con buenas intenciones.

Mi voto por tanto es por Gustavo Petro. El que ha tenido la responsabilidad de pensar a fondo el país, como también la han tenido Pardo y Vargas Lleras. Sin embargo, el primero, no cuestiona la validez de una política social que ha mostrado su ineficacia, de un modelo económico cuyas promesas no se han cumplido, de un esquema de seguridad social que ha colapsado. El segundo cree ciegamente en la solución militar, su carácter es hostil, su estrategia se basa en un miedo que históricamente se ha atizado para que los ciudadanos creamos que hay una sola vía, un solo pensamiento; además, tiene una excesiva fe en las reformas normativas; en síntesis, es un leguleyo bienintencionado, un oligarca que empieza a sentirse perplejo de los alcances del poder y que sin embargo no ha despertado aún del sueño dogmático de la derecha decente (si es que este adjetivo le puede caber a la derecha). Petro ha mostrado con hechos su altura moral y su compromiso valiente para desmontar las estructuras políticas, sociales y económicas que permiten la captura del Estado y con ello la corrupción y la complicidad del poder con la iniquidad social. También tiene el carácter para liderar un proyecto de reconciliación nacional, pues carece de las tentaciones sectarias de la izquierda que ve en las opiniones diferentes una fuente de odio y no de aprendizaje colectivo. Finalmente su pensamiento es lo suficientemente jovial como para reconocer que las libertades, el diálogo, el pluralismo respetuoso y el bienestar colectivo son el camino más seguro para el progreso: el otro camino.

* Investigador del CEID y Economista de la Universidad Nacional

sábado, 22 de mayo de 2010

Elecciones presidenciales I: ¿Qué es la ola verde?

Por Sergio Chaparro Hernández*

Grandes y chicos pegando masivamente afiches y luciendo manillas verdes; la gente en Colombia tomándose los asuntos políticos como un tema apasionante y tratando de poner todo su empeño en hacerle proselitismo a un candidato lituano sin recibir a cambio dinero o algún otro tipo de beneficio personal directo; las inteligencias de jóvenes entusiastas puestas gratuitamente al servicio de una causa política para producirle publicidad, escritos que convenzan o simplemente le aporten un nuevo adepto a la campaña de una persona con un pasado excéntrico; enormes marchas, tomas a centros comerciales y un movimiento virtual sin precedentes donde la muchachada trasnocha como nunca antes para intercambiar girasoles y opiniones varias sobre cómo se le puede ayudar a Mockus a transformar el país. En medio de tanto alboroto y todas las pasiones que acríticamente alimentan esta ola verde ¿Hemos entendido realmente lo que puede significar este movimiento para la historia de nuestro país?

Creo que nos hemos concentrado en analizar este fenómeno desde el marco estrecho de la dinámica electoral, pero a mi parecer estamos asistiendo a un movimiento que tiene la potencialidad de significar mucho más que la victoria de una campaña independiente tan audaz, en cabeza de un candidato singular. A mi juicio, lo que este movimiento puede representar es una verdadera ruptura con el pasado para abrir posibilidades distintas de futuro, sin embargo, que se embarque por el camino de la continuidad (y por lo tanto del fracaso) o por el camino del cambio exitoso, depende de lo que suceda en el presente. El futuro de la ola verde está aún por decidirse y, por lo tanto, debemos tomar una distancia crítica para evitar que se convierta en un motivo más de frustración de los tantos a los que nos ha acostumbrado nuestra historia política.

Antes de que se me reproche que estoy sobredimensionando la ola verde quisiera hacer una aclaración. Soy consciente que los problemas de este país son tan complejos como para aspirar a que un candidato presidencial que se limita a invocar principios éticos abstractos sin, por ejemplo, tener claridad en temas cruciales para la superación de la estructura productiva precaria, la enorme desigualdad social o la violencia endémica que nos agobia, pueda ser el artífice de las transformaciones que nuestra sociedad requiere. Es cierto que Mockus es proclive a la privatización, al modelo de seguridad social basado en el mercado cuya ineficacia resulta hoy más que evidente, a un patrón de inserción en la economía internacional que nos puede condenar a la prolongación del atraso, a un fuerte ejercicio de la autoridad que se distancia mucho de lo que uno considera que debe ser la manera de tratar los problemas, o a una democracia restringida donde con la idea de la superioridad de los argumentos de los tecnócratas se termina excluyendo a un sector importante de la sociedad de la toma de decisiones importantes. Reconozco que todas estas críticas de los escépticos que advierten que un gobierno verde no será la panacea pueden ser ciertas. Sin embargo, lo que me parece es que la propuesta de Mockus puede tener la eficacia que no ha podido tener ninguna de las propuestas de izquierda de los últimos años y es la de poner en práctica la idea de que si no cambiamos nosotros, los ciudadanos, no cambia nada.

Las transformaciones sociales pueden clasificarse en dos de acuerdo a quién sea el actor o los actores que las propicien. Puede hablarse de unas transformaciones de arriba hacia abajo, que son aquellas impulsadas por el Estado; y también puede hablarse de unas transformaciones de abajo hacia arriba, las cuales nacen en el seno de la sociedad, en la iniciativa que puedan tener los ciudadanos. Un ejemplo de las primeras puede ser el desarrollo de una estrategia macroeconómica por parte del gobierno que determina un patrón de desarrollo específico de la economía; un ejemplo de las segundas puede ser el de acatar la ley independientemente de cómo esto pueda entorpecer los fines que nos proponemos perseguir, o el empezar a tener la disposición a tolerar nuestras diferencias y a que nuestra forma de relacionarnos con los otros no se vea afectada por la filiación política, la etnia o el color de piel de los demás.

Lo ideal sería encontrar un gobierno que genere las transformaciones adecuadas de arriba hacia abajo (lo cual se descubre analizando cuál es candidato con el mejor programa) pero que también genere el entusiasmo y el compromiso suficientes para que puedan ocurrir cambios de abajo hacia arriba.

Viendo los debates podemos constatar que Mockus no tiene grandes ideas sobre las transformaciones de abajo hacia arriba requeridas para superar los problemas más graves del país, pero sí tiene una disposición a asesorarse de los que saben para que le diseñen buenas políticas. En este sentido, la ola verde no debería cerrarse a las aportes que personajes como Petro, Vargas Lleras o Pardo puedan hacerle el día de mañana; si el gobierno de Mockus se basa en la toma de las decisiones respaldadas por los mejores argumentos, entonces las tesis de estos candidatos y de sus partidos tendrían que verse incorporadas en un eventual gobierno verde. Sin embargo, esto quizás termine dependiendo de cómo le vaya a estos candidatos en la primera vuelta, razón por la cual votar por alguno de ellos con la convicción de que tienen el mejor programa, aunque de antemano se sepa que no tienen chance de llegar a segunda vuelta, no es necesariamente un voto perdido.

Pero por otro lado, la principal virtud de la campaña de Mockus es que ha adquirido la capacidad de suscitar cambios de abajo hacia arriba, que ha fundado, a través de una manera diferente de hacer política, un nuevo espacio de transformaciones sociales. Con sus palabras y sus actos Mockus puede tener un efecto importante sobre la forma de pensar y de actuar de quienes lo apoyan: es la primera vez que la gente está tan dispuesta a que un político se convierta también en su profesor, en alguien que tiene algo importante que decirles sobre la manera en que deben vivir. Por esta razón resulta fundamental que Mockus tenga la madurez política para afrontar lo que implica este desafío. Tiene que dar un ejemplo de coherencia con sus principios a un electorado confundido pero que se entusiasma con frases bonitas. Si todo ser humano tiene arreglo, entonces debe ayudar a que la gente deje de creer en que el mal solo se corrige a través del castigo (al punto de respaldar la cadena perpetua por una idea de una loca del partido verde con instintos de policía compulsiva). Si los recursos públicos y el cumplimiento de la ley son sagrados, entonces debe hacer consciente a la gente de sus pequeñas complicidades con los corruptos cuando contribuyen a herir el erario público, o de su doble moral cuando exigen que un presidente los ponga en cintura porque ellos mismos no son capaces de hacerlo. Si con la educación todo se puede, entonces Mockus debe aceptar que es preciso que la autoridad ceda cuando hay buenos argumentos de las personas que no comparten sus posiciones y propiciar por lo tanto el diálogo y la discusión razonada para que los conflictos sean resueltos inteligentemente . Por eso debemos ser vigilantes para que el protagonismo que está adquiriendo Mockus no lo enceguezca y radicalice su terquedad. Finalmente, si la vida es sagrada entonces debe ayudar a superar el odio que ha hecho que los colombianos pensemos que hay distinciones políticas o etiquetas que justifican la muerte de algunos seres humanos.

*Investigador del CEID y Economista de la Universidad Nacional

martes, 18 de mayo de 2010

Los candidatos presidenciales y el Desarrollo Urbano

Por David Ernesto González Ruiz*

"[Si me preguntan dónde deseo vivir, diría que] en lo más hondo de una selva virgen de alta ontaña, ha orillas de un lago situado en la esquina de Madison Avenue de Manhattan con los campos elíseos de París en una pequeña y tranquila ciudad de provincia"(Citado en: Savater, política para Amador)

Es interesante el ejercicio que ha emprendido la revista Semana y la Universidad del Rosario al intentar recoger propuestas y opiniones de los candidatos presidenciales sobre temas específicos. En su sexto capítulo del “cuestionario pragmático” se recoge la visión de los candidatos frente al Desarrollo Urbano y las propuestas específicas frente a temas como el crecimiento de las ciudades, la armonía entre los entes territoriales, la vivienda popular y políticas que incentiven la inversión de las ciudades hacia la productividad.

Al leer cada una de las entregas del cuestionario queda la sensación que en materia de desarrollo urbano los candidatos no se atreven a plantear soluciones estructurales a los problemas que aquejan nuestras ciudades, sino que se limitan a dar conceptos y soluciones ambiguas. Por ejemplo, en materia de crecimiento urbano todos los candidatos coinciden con la concentración y compactación de las ciudades dando prioridad a la delimitación que se otorga al territorio en los POT. Pero, el grande problema en la práctica es que la constitución de 1991 aplazó la discusión y creación de una Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, por lo que no existe una clara diferenciación entre los niveles Macro (país), Meso (departamentos) y Micro (municipios) del territorio. Es notorio en el caso de Bogotá, como la falta de claridad en éstos límites (entendiéndose aquí, no solo la dimensión geo-espacial, sino la jurídica, política y social) ha producido una movilización de las grandes compañías a municipios cercanos como Cota, Facatativa, Mosquera entre otros. Que ha generado una competencia ruin entre los entes territoriales por quién da mayor exención tributaria para quedarse con el pedazo de la torta ¿empresarial? más grande. Por citar otro ejemplo, en materia de movilidad se presentó una discusión sobre tren de cercanías y metro, que en últimas, por falta de la jerarquización y liderazgo terminó en el aplazamiento nuevamente de temas tan importantes en el desarrollo regional.

En materia de vivienda se quedan cortos algunos candidatos y se remiten a la tan famosa formula de construcción de Vivienda de Interés Social. Pero es evidente que sin una reforma urbana que le de instrumentos jurídicos y legales a los gobiernos municipales es imposible evitar la gentrificación y la especulación de las tierras. Al seguir implementando técnicas como la del “zoning”, es decir, la planificación mediante la norma, se da amplio margen para que el desarrollo urbano de las ciudades se de lote a lote y no en conjunto como debería ser. La ley 388/97 ha mostrado un avance en cuanto a planeación del territorio urbano, pero la reforma urbana se queda corta en cuanto a instrumentos de gestión que desincentiven la especulación de tierras y se pongan al servicio del desarrollo de la ciudad.

Por último, el apego por políticas de corte neoliberal ha enceguecido la riqueza que impera en las sociedades. No solo con inversión extranjera puede salir una ciudad a delante. Y un claro ejemplo de ello pasa en las ciudades intermedias del país. Miremos un ejemplo, una multinacional como Carrefour invierte por ejemplo en Ibagué con la construcción de un supermercado. Por lo que la comunidad, los gobernantes y dirigentes quedan muy agradecidos y conceden un sinnúmero de beneficios para que dicha inversión se quede. Pero en realidad, la transformación social es muy pequeña ya que la mano de obra que emplean es la no calificada (empacadores, cajeros, bodegueros), ya que para dirigir el negocio llegan con un sequito de ejecutivos que no se apropian de la ciudad en que trabajan. Por esta razón, las propuestas de los candidatos en materia de desarrollo urbano debe ir orientado ha herramientas que permitan gobernar, realizar transformaciones urbanas necesarias sin el desgaste jurídico. Deben ir orientadas a la promoción de la gobernanza. Donde existan organismos municipales que actúen de puente entre la sociedad civil y el gobierno. Donde las necesidades de la comunidad sean escuchadas y el desarrollo sea endógeno. No hay que olvidar que un 80% de la población colombiana vive en ciudades y son las ciudades el motor de crecimiento y desarrollo de una nación.

* Investigador CEID degonzalezru@unal.edu.co

domingo, 16 de mayo de 2010

Recuperación Económica: ¿Mito o Falacia?

"El valor último de la experiencia no es la consecuencia de una opinión, sino condición, presuposición del conocimiento." Nietzsche.

Opinión de: Carlos Alberto Suescún Barón

Desde hace aproximadamente medio año, las grandes potencias como Estados Unidos hablan de "signos de recuperación" de la economía mundial, quizás en un intento desesperado por recuperar algo del quizás elemento más valioso para una economía de mercado en la actualidad: la confianza. Confianza institucional, del consumidor, del productor, en fin de los agentes económicos, aspecto sobre el cual se construyen expectativas que involucran toda la actividad económica y social futura.

La crisis se presenta en algunos escenarios académicos y políticos como algo del pasado, cuando la evidencia nos la revela en momento presente quizás con tanta luz, que los fenómenos que se perciben parecieran definirla sobre otro concepto, o en el peor de los casos en su antitésis, es decir, en su inexistencia, en la recuperación económica materializada. No es raro oir decir que la crisis de Grecia, Portugal y España (los más protuberantes del mismo fenómeno en toda Europa) se muestran como un fenómeno externo a esta dinámica, que hace parte de un hecho relativo a fenómenos anteriores de manejo fiscal que no se tuvieron en cuenta, pero ¿por qué no se tuvieron en cuenta? Simple, porque la crisis como agua mágica, pareciera revelar a su debido tiempo toda contradicción subyacente o inmanente sobre un manantial oscuro, ese mismo del cual emana. Algo similar pasa con los altos índices de desempleo en Europa, los Estados Unidos y Latinoamérica, donde se argumenta bajo consignas especulantes y sobredimensionadas (aunque válidas teóricamente) en torno a mala administración pública, histerisis, presiones demográficas (como crecimiento desproporcionado de la tasa de participación en el caso colombiano), etc.

Un escéptico no siempre es desconfiado, pues la experiencia le permitiría identificar de que fuente se percibe con algo de razón una "mentira" o una "verdad". No obstante, puede caer por argucias en la telaraña del mito al considerarla una verdad ante la repetición, el poder de leyenda que le da el orador u obedeciendo con un criterio racional a pequeñas evidencias que le hacen adherirle un concepto prefijado por el cliché o por lo intereses de otro(s), en contra de lo que le sugieren los hechos. Ante este esquema, quizás exagerando en una condición de escepticismo, el público en general debería hacer un reclamo sobre la información que le suministran ¿sobre que conceptos y relaciones de los mismos se construye un indicador de recuperación económica? Las bolsas desde el año 2008 han mantenido una inestabilidad casi permanente en comparación con años anteriores según la evidencia, sobre el PIB de los países se pronostica un crecimiento para futuros periodos aunque se sigan perdiendo empleos, la inflación sigue a la baja y las tasas de interés permanecen estables o también siguen una tendencia decreciente, etc. ¿No se ha dicho acaso en la teorá y la experiencia, que estos son fenómenos propios de un período de crisis? En Colombia se habla de bonanza de un sector como el minero como signo de recuperación, cuando éste es juzgado al mismo tiempo como ejemplo de "Enfermedad Holandesa" e incluso vinculado a burbujas especulativas que quizás contibuyen a gestarse con polítíticas de baja tasa de interés; se examina a la inflación baja como un fenómeno en primera medida deseable (por supuesto, eso es algo que se admite), que obedece a un impacto bajo del "Fenómeno del niño", y como contribución marginal a esta dinámica a la baja capacidad de compra, siendo este un argumento peligroso al no darsele la importancia adecuada. Todo parece así obedecer a un ambiente de "juego de expectativas", donde el mito se confunde con la falacia, donde la confianza se busca recuperar en el lenguaje teórico con argumentos que a la luz de la experiencia y la evidencia rayan con la mentira.  

El actual desenvolvimiento de los argumentos y la evidencia, debería servirnos para establecer una crítica, pero también para pensar sobre los conceptos y la dinámica de las formas que los fundamentan, pues estos quizás ya no responden a las necesidades de la validez de la interpretación, es decir, es bueno preguntarnos sobre las relaciones de las variables para medir e interpretar mejor las situaciones, pues quizás lo que consideramos como mito en el argumento se fundamenta en una verdad de nuestra teoría, y esto sin duda, además de ser la sospecha para el escéptico que escucha atentamente la información, puede ser también un problema para quien escucha con fe como para los demás que reciben el mensaje de manera indirecta; y si es así, entonces ¿sobre qué conceptos o información se sugieren las políticas?, ¿Es un juego de azar la política económica?


domingo, 9 de mayo de 2010

Hayek y el escepticismo frente a la revolución

Por Sergio Chaparro Hernández*

Conforme al análisis marxista, las relaciones de producción vigentes en el capitalismo, a la vez que garantizan un desarrollo de las fuerzas productivas más acelerado que en cualquier modo de producción anterior, también permiten la explotación de unos hombres por otros, la cosificación de las relaciones sociales, la degradación de la humanidad del trabajador a causa de la división del trabajo que lo termina reduciendo a ser un apéndice de la máquina, la insatisfacción con su modo de vida debido a la enajenación de su propia actividad y un extrañamiento general con la tiranía a la que somete a los hombres la lógica de un desarrollo espontáneo que no pueden controlar .

Sin embargo, Marx creyó en la posibilidad de que la especie humana se sobrepusiera a esta situación alienante y tomara las riendas de su historia a través de una abolición de las relaciones de producción propias del capitalismo, las cuales se convertirían tarde o temprano en un obstáculo para que las fuerzas productivas continuaran desarrollándose y para transitar hacia una sociedad en la cual la libertad y el desarrollo de la individualidad de unos no significara el sometimiento de otros. Esta abolición se daría a través de la toma del poder político por parte del proletariado, al cual le estaba asignado el destino de introducir a la humanidad en la Historia, es decir, en una condición donde no fueran fuerzas extrañas las que determinaran el modo de ser de la sociedad, sino la humanidad misma la que pudiera decidir libremente sobre su manera de habitar en el mundo. La idea de Adam Fergusson de que las naciones tropiezan con instituciones que ciertamente son resultado de la acción humana, pero no la ejecución del designio humano tendría validez en el planteamiento marxista sólo en la existencia pre-histórica del hombre, aquella que comprende toda su vida anterior a la llegada del comunismo.

El materialismo histórico concebía como el factor configurador de la historia humana la lucha de clases. Una amplia rama del pensamiento contemporáneo parece compartir con el marxismo la idea de que las instituciones son el resultado de un campo conflictivo en el cual la correlación de fuerzas determina el papel de las diferentes voluntades en pugna en la configuración del orden social. Conceptos como los de dominación, mecanismos de control, sociedad de la vigilancia, etc, permiten entrever una concepción conforme a la cual las fuerzas hegemónicas parecen tener una amplia capacidad discrecional para diseñar las instituciones sociales de acuerdo a sus intereses. Las desgracias de los hombres (dentro de las cuales se incluyen todas las que descubren los sociólogos contemporáneos al describir la situación del hombre en el post-fordismo y que engrosan la lista de los elementos subjetivos del fenómeno de la alienación) y la imposibilidad de una sociedad donde algunos de ellos no estén sometidos, parece seguir dependiendo de que una voluntad diferente adquiera el poder para diseñar un nuevo orden donde la dominación no sea posible.

Friederich Von Hayek reaccionó fuertemente contra las concepciones que hasta su época habían defendido la conveniencia de que la humanidad (o cualquier hombre o grupo de hombres) diseñara de manera racional un orden social alternativo al que había surgido como fruto del desarrollo espontáneo. Si bien la idea de un diseño tal no deja de ser persuasiva, se basa en una comprensión equivocada de los poderes de la razón humana, lo cual la hace particularmente peligrosa por los desastres a los que puede conducir, a pesar que algunos de quienes la han intentado poner en práctica lo han hecho con buenas intenciones. Esta concepción de la superioridad de una sociedad diseñada a través del uso de la razón humana desconoce que la sociedad es el fruto de un proceso evolutivo que selecciona a través de un muy lento proceso de ensayo y error las instituciones más aptas para la supervivencia de la especie humana en la tierra. Dentro de las concepciones que han sido presas de este falso racionalismo constructivista Hayek inscribe tanto al liberalismo y la ilustración franceses, como a cualquier forma de socialismo.

Hayek es un acérrimo defensor de la libertad individual, entendida esta como la ausencia de coacción arbitraria, porque cree que es la condición básica del progreso humano. Nuestro autor se inscribe dentro de una tradición que defiende la superioridad del orden que se deriva de la libre interacción de los individuos antes que la de uno que sea impuesto por cualquier tipo de autoridad . Que las sociedades no transiten hacia el camino de la decadencia depende de la firmeza que tengan para preservar el ideal de la libertad. Sin embargo la libertad individual está amenazada en las sociedades contemporáneas porque se ignora el papel benéfico que tiene para el desarrollo de la sociedad y por el contrario se le ve como el impedimento para transitar hacia mejores estados sociales o para el logro de la justicia social. Esto ocurre porque una sociedad libre a la vez que le confiere al individuo la posibilidad de beneficiarse como ninguna otra de la vida en comunidad, también le asigna responsabilidades que no resulta fácil asumir. Todo esto, sumado a la inevitable desigualdad que se deriva de mantener la libertad, puede hacer que la envidia de los miembros que no ocupan las mejores posiciones dentro de la sociedad termine por aniquilar las condiciones de la prosperidad.

Si bien Hayek lleva la defensa de la libertad demasiado lejos, creo que es un referente importante a la hora de evaluar las intenciones de quienes afirman que debe haber una revolución radical, o una toma del poder político por parte de personas que sí piensen en el bien del pueblo para que las cosas realmente cambien.  Los intentos de transformación de la sociedad, para ser inteligentes y efectivos, deben partir de un conocimiento claro de su funcionamiento, y ello implica asumir una mirada que permita comprender qué elementos de las instituciones vigentes cumplen una función imprescindible y no son simples imposiciones de los "malvados" que siempre han detentado el poder. Las fervorosas esperanzas que los discursos de transformación suscitan hoy en día en nuestras sociedades, necesitan mucho de la sobriedad, la reflexión desapasionada -y hasta cierto punto del sano escepticismo- propios de la comprensión. 

* Investigador del CEID y Economista de la Universidad Nacional.

jueves, 6 de mayo de 2010

Opinión: de la ciencia lúgubre a la ciencia ilusoria

Eder Carrascal*


Not a "enhanced science," I should say, like some we have heard of; no, a dreary, desolate and, indeed, quite abject and distressing one; what we might call, by way of eminence, the dismal science.
--Thomas Carlyle.

La economía es quizá  ( y este es un criterio mio) la ciencia con la reputación más controversial. Y sus profesionales y académicos, aquellos con un difícil camino hacia el mejoramiento de las relaciones con el público general. Puede sonar altisonante, pero es una verdad que los economistas suelen desconocer a menudo: las decisiones que toman en el ámbito de las ideas y de lo teórico resulta afectando a miles de individuos a través de políticas económicas generales.
Thomas Carlyle, reconocido escritor  e historiador inglés, hizo de la economía la ciencia lúgubre, en las épocas que el malthusianismo era la corriente opuesta al pensamiento utilitarista, fundamento filosófico de la economía neoclásica. (1)
Carlyle, según se ha opinado desde entonces, estaba convencido de que los postulados de Malthus acerca del crecimiento poblacional, eventualmente se harían realidad: existirían unos salarios muy inferiores al nivel de subsistencia, y los mecanismos de control demográfico ( las enfermedades, la guerra) serían lentamente diluídos. Todo por culpa del progreso.
La realidad de esta frase y esta afirmación de Carlyle es muy contraria a la verdad. De hecho, el ataque iba dirigido al pensamiento liberal y utilitarista, por promover un análisis que excluyera las categorías de clase, género, y por supuesto, raza. El análisis de Mill sobre la cuestión del esclavismo promovió la idea de la abolición entre los círculos intelectuales de la época. El nivel de ingreso para sustento de los trabajadores sería mas bajo en un sistema de salarios y de movilidad de factores. Carlyle se refería a lo lúgubre en la economía con el temor de que se defendiese una idea para el inconcebible: la abolición y el trabajo libre asociado.
Esta breve historia me sirve como punto de reflexión acerca de la reputación que tiene la ciencia económica, y que como digo, sí tiene un impacto en el público general y en la sociedad. Una ciencia devaluada y descreída no puede ser bueno para mejorar aspectos esenciales de los problemas más álgidos de la realidad contemporánea.
Por otra parte, tenemos un amplio acervo de ilusiones rotas y fragmentadas en el campo de las ideas económicas. Keynes soñó que, en algún lugar del tiempo, los economistas serían como los odontólogos: prestos a curar cualquier pequeño malestar, con la técnica y el instrumento adecuado. Sin mayores inconvenientes, nos sentaríamos a resolver los inconvenientes económicos de una sociedad con alto grado de cohesión y estabilidad, producto del bienestar material. Esa fue la sociedad que Keynes soñó, y el papel de los profesionales del campo. Un futuro aburrido, menos intrigante quizá, pero mucho menos incierto.(1)
Las ilusiones se apoderaron de la economía con el Estado del Bienestar, a lo europeo, y con los ciclos de crecimiento de Juglar  y Kusnetz, que demostraron estadísticamente que la estabilidad de los tipos de interés y de la política monetaria generaban ' aproximaciones muy buenas' hacia el producto potencial. Fueron épocas donde el ciclo económico implicó la desaparición de momentos recesivos, de crisis financieras, de agentes racionales que perpetuaban un equilibrio imperturbable.
Con la primera gran recesión internacional después de la de 1929-1936, que sucede con la burbuja de los precios del petróleo y la desfragmentación del sistema monetario (1972-1976) vuelve a surgir el pesimismo, las malas predicciones, el fin de la historia feliz y el comienzo de la tragedia. El escepticismo sobre la estabilidad y el manejo gubernamental de la economía vuelve a reinar, e infunde olas de pánico e incredibilidad a los mercados financieros.
Después de ésto, tiempos de crisis se acompañan de leves recuperaciones. Y esto es algo que no deberá sorprender a nadie. 
Lo que sorprende es el eufórico optimismo que se sucede con el auge, ahora frágil y difuso. Aparece Lucas con los agentes con expectativas racionales, que creen que las burbujas y los desequilibrios macroeconomicos son un óptimo en el sentido de Pareto. 
Nietzsche creía en el poder vitalista de la ciencia. El enhanced knowledge, el conocimiento apoderador, sería la fuente eterna para la construcción de un nuevo orden de cosas: donde la vida, y su inminente fuerza desprendiera todo el saber y todo lo necesario para la existencia plena de los hombres. Confundimos, hace rato, esta idea con el optimismo desbordado, que se sigue de un existencialismo trágico, al observar que los hechos que nuestra teoría quiso predecir y reafirmar resultan ser sofismas mal elaborados.(2)


Cae la bolsa de Nueva York en el 87 y se genera la recesión  (continua) de Japón: Greenspan publica su tórrido trabajo sobre las expectativas del banquero central y de la independencia monetaria en pos de un mejor manejo indirecto del problema financiero de la estabilidad. Fallan los mercados internacionales en el 94 ( crisis de deuda de Mexico): Multiples economistas afirman que el ciclo económico en Estados Unidos desaparecerá, a lo sumo, en no menos de 10 años. Estalla la burbuja de las puntocom, y Bernanke plantea el comienzo de  una era pronunciada de estabilidad monetaria, como lo soñaron los monetaristas de antaño. Se quiebra el sistema financiero con la crisis del sector inmobiliario, y Bernarke ( ahora jefe del Fed) dice que la crisis fue un pequeño resfriado, y todo pasará con el plan de salvamento de la administración Obama. Los bonos griegos y portugueses están generando un nuevo pánico en el mercado internacional, pese al mejoramiento del 'leve resfriado' internacional. ¿ Qué economista saldrá ahora para llenar el vacío y decir que de ahora en adelante todo saldrá mejor que antes? ¿ Y cual abrirá el séptimo sello, esta vez el verdadero, esta vez para siempre?

* Estudiante de Economía. Miembro del CEID.

Referencias:

(1) Krugman, P. The accidental theorist and others dispatches from the dismal science. The MIT Press.  Cambridge (MA). 1996
(2) Keynes, J.M.: Essays in  persuasion. McMillan Eds. New York. 1984.
(3)Nietzsche, F. La gaya ciencia. Paidos Alianza Eds. Madrid. 1974.




miércoles, 5 de mayo de 2010

Una vez más… las encuestas

Por: Andrés Fuerte Posada – CEID
En esta época preelectoral, las encuestas han estado en el centro del debate en el país. A pesar de que uno de nuestros compañeros ya se refirió al tema, quisiera retomarlo, con un enfoque un poco diferente, dejando de lado los aspectos técnicos.
La propuesta del Consejo Nacional Electoral de hacer un cierto control a las encuestas, pone sobre la mesa una cuestión de fondo: ¿qué son y qué efectos tienen las encuestas? Algunos han afirmado que son simplemente información, que la gente puede revisarla si le interesa o simplemente seguir con sus vidas.
Pues bien, mi intención es señalar que las encuestas no son para nada inofensivas. Como dice el sociólogo francés Pierre Bourdieu, “la opinión pública no existe”, es decir, lo que buscan las encuestas de opinión es justamente crear opinión, con el fin de legitimar una decisión o de reforzar/alterar algunas relaciones políticas en disputa.
Cuando se difunde masivamente un sondeo sobre las preferencias de los ciudadanos respecto a los candidatos presidenciales, se esta moldeando la opinión de las personas. El hecho de que un candidato ocupe los últimos lugares, definitivamente desalienta al electorado, se tendrá la sensación de no querer “botar el voto” y buscar otra alternativa. Del mismo modo, las personas podrían inclinarse por los candidatos que puntean, con el fin de pertenecer al club de los ganadores.
Ustedes se preguntarán, si las encuestas forman la opinión, entonces ¿de dónde sale la opinión que se refleja en las encuestas? No voy a referirme a los tradicionales argumentos de que las encuestas son amañadas o manipuladas, por que no me consta (aunque no lo descarto). Es posible que estén mal hechas, por que la muestra es demasiado pequeña o por otros aspectos metodológicos, pero me inclino a pensar que se trata más bien de una “causación circular acumulativa”, sumada a otros factores.
En la actual coyuntura, el triunfo en la consulta del (bien o mal) llamado Partido Verde dio un primer impulso a la candidatura de Antanas Mokus. Posteriormente, a mi modo de ver, los resultados de las encuestas y el inusitado cubrimiento que le han dado los medios es lo que ha generado el masivo apoyo hacia Mokus y sus amplias posibilidades de alcanzar la presidencia. Por su puesto hay otros factores explicativos que sería necesario desarrollar ampliamente (conveniencia de algunos sectores, saturación del uribismo, necesidades de cambio,  desgaste de los partidos tradicionales, etc.)
Ya que las encuestas sí determinan las preferencias de los votantes y que afirmar que son “sólo información” resulta ingenuo, considero necesario ponerles control, para hacerlas lo más veraces posibles y sobre todo, para brindarle la mayor libertad posible a los colombianos a la hora de votar.

martes, 4 de mayo de 2010

Opinión: El decreto 101 de 2010, ¿evidencia del afán por los logros?

Por David Ernesto González Ruiz *

"También ésta noche, tierra, permaneciste firme.
Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor
Y alientas otra vez en mí
La aspiración de luchar sin descanso
Por una altísima existencia". FAUSTO 

El pasado jueves 29 de Abril el alcalde de Bogotá Samuel Moreno Rojas anuncio la expedición del decreto 101 de 2010 por medio del cual se fortalecen institucionalmente a las 20 Alcaldías Locales de la ciudad, dándoles el poder de manejar directamente los recursos de los Fondos de Desarrollo Local.

Para el año 2010 el presupuesto aprobado para los 20 fondos de desarrollo local - FDL (calculados según las 20 localidades), es de 750 mil millones de pesos, de los 16.8 billones del presupuesto para el presente año que maneja la ciudad [Fuente: shd.gov.co]. Además de delegar la representación legal de los FDL en los alcaldes locales, el decreto que entrará en vigencia a partir del 11 de Julio, dará una mayor autonomía en cuanto a formulación y contratación de proyectos y personal asignados a cada alcaldía local para el cumplimiento de sus competencias y la adecuada ejecución de los recursos de los fondos de desarrollo local.

De ahí que surja la pregunta si bajo este decreto con tintes de “… buscar promover el fortalecimiento progresivo de las Alcaldías Locales y pretender el establecimiento de un esquema eficiente, eficaz y efectivo de la gestión territorial.” No existen intereses ocultos de pagos de favores políticos y clientelismo por parte del gobierno local. Ojala este mecanismo de descentralización que empieza a regir en la capital no se convierta más en focos de corrupción y celebración de contratos fantasmas para desangrar el erario público. La ciudad necesita una gestión territorial eficiente, eficaz y efectiva, de eso no hay duda. Pero, ¿Cuáles son las herramientas necesarias para ello? no solo orando se invoca el santo.

De hecho, el alcalde mayor, no debe ser el líder de los alcaldes locales y en conjunto construir el plan de gobierno por el que la mayoría de ciudadanos votaron. Que este decreto, no sea la espada de Damocles que demuestre la falta de gestión, ejecución y compromiso de nuestro actual alcalde. Que la descentralización de las funciones y proyectos necesarios en la ciudad no sea una muestra del afán por mostrar resultados poniendo en riesgo el proyecto de ciudad.

* Inestigador Asociado CEID.