miércoles, 20 de julio de 2011

Opinión: Feliz día de la Independencia... COLOMBIA


Por David Ernesto González Ruiz

Yo nací en 1988, en una sociedad en la que cada individuo respondía al gentilicio de colombiano y colombiana. Por ahí en los años de Pablo Escobar, el capo de capos según todo extranjero, ídolo en Argentina y en muchos países más. He vivido en medio de una guerra que en sus inicios reclamaba la inclusión del campesino en el modelo económico pero que al pasar del tiempo se deformó en mafias dedicadas al cultivo, producción, comercialización y tráfico de drogas… Sí, esas drogas que tanto daño le han hecho al mundo, pero no por sus efectos en el ser humano, sino por la estigmatización colectiva a que se han visto sometidas. Por la codicia de grandes potencias en controlarlo todo, en declarar “la guerra contra las drogas” como pretexto para la neocolonización. ¡Lastima! Que nuestra sociedad sea el primer aliado en esta guerra tan absurda. Sí, en ese país nací yo, Colombia, que en el día de hoy conmemora 201 años de independencia, 201 años alejados del sometimiento español… ¿Doscientos un años de autonomía?

Las sociedades y los pueblos se consideran autónomos en la medida en que sus gobernantes pueden tomar decisiones libres, concientes de que lo elegido es lo mejor para el colectivo, sin presiones externas y en pleno uso de sus soberanía. Por eso me pregunto ¿es justo celebrar otro año de independencia colombiana en medio de escándalos de corrupción, donde la mitad de su población es pobre, donde la vida no se respeta y no existe credibilidad en las instituciones? ¿Es digno celebrar otro año más de independencia en una sociedad indiferente, que solo piensa en el bienestar individual y muy poco o casi nada en el bienestar colectivo? ¿Es honorable celebrar otro año más de independencia en un país donde la educación es para la descendencia de las élites, donde la movilidad social es nula, donde miles de compatriotas deciden emigrar porque sus ciudades no son capaces de garantizarles el derecho a trabajar dignamente para poder subsistir en esta sociedad de consumo?

La verdad me han dicho que “Colombia es pasión”; que ponerse un sombrero vueltiao, unas alpargatas, vestir poncho y carriel, que eso es pasión. Los medios me dicen que tener el mejor café del mundo, poseer las tierras más fértiles, encontrar en cada esquina una mujer bonita, ser el país más feliz del mundo, Juanes y Shakira es motivo de orgullo. Pero la verdad… mi verdad, es que el reconocimiento internacional que hemos ganado se ve representado en la cocaína, la guerrilla y la violencia que predomina en el país. Es normal, cuando se sale del país y dices que eres colombiano tener que enfrentarte a la pregunta malintencionada y estúpida que formula el extranjero… ¿Tienes coca?... Muchas veces me he tenido que contener para no responder como debería: “No la tengo, pero si la tuviera te vendería una tonelada para que cada célula tuya se intoxique; ya que en mi país la gran mayoría de las personas no buscan la felicidad en esas porquerías. Estamos a un nivel tan alto gracias a nuestro paisaje, nuestra cultura que solo la cultivamos para que ustedes se la consuman toda”.

Y noto que en ese momento realmente existe la pasión por Colombia, por defender al país que me vio nacer. En mi lógica, la pasión es fruto de la indignación. Pero ¿por qué no existe indignación en el pueblo colombiano dadas tantas fuentes para indignarse? o acaso, ¿es que somos una sociedad indiferente? ¿no es motivo de indignación que un joven se gradúe y no encuentre trabajo? O tal vez, ¿no es motivo de indignación que desde el presidente en adelante roben y desangren las arcas públicas, el dinero tuyo y mío?

Los jóvenes españoles han dado muestras de una nueva forma de lucha, una forma no violenta de protestar por la sociedad indiferente y desalmada en que tenemos que vivir los jóvenes colombianos, una nueva forma, el estar INDIGNADO… Acaso ¿no somos nosotros el futuro del país? Y de cual país estamos hablando. Solo el país de Sarmiento Angulo, Ardila Lule y compañía. O hablamos del país de cuarenta y cinco millones de personas que convivimos día tras día una cruda realidad. “Cambiar es resistir y resistir es cambiar” nos grita Stéphane Hessel. Es por esto, que estoy de acuerdo con ese lema de que “Colombia es pasión” pero partiendo de la indignación. ¡INDÍGNATE!